Lalobigfish

Cuento de Navidad 2011

Sin saber cómo, se encontraba caminando en un bosque espeso y tupido, no podía saber la hora, no recordaba cómo había llegado ahí, el follaje le impedía ver la posición del sol aunque
había suficiente luz para poder caminar y así siguió haciéndolo sin pensar realmente hacia dónde se dirigía, ni siquiera había vereda que seguir y más bien meditando que buscando avanzó un buen rato por entre los árboles hermosos y enormes que le rodeaban, algunos sonidos desconocidos se escuchaban y parecían trinos lejanos o pequeños gruñidos que más que atemorizarlo le acompasaban los pensamientos.

De pronto empezó a oscurecer y algunas sombras formaban figuras en las que le pareció reconocer personas que se le acercaban y desaparecían tan pronto llegaban estar cerca de él, quiso hablarles pero las palabras enmudecían en su garganta, pasaban fugaces frente a él y algunas lo rebasaban al caminar viviendo de atrás de su caminar lento pero firme, otras
pasaban al vuelo sobre su cabeza, e incluso unas parecían salir de su propio pecho dejando una sensación fría en el cuerpo andante.

Entre ellas sintió la presencia de sus abuelos, la de su querido padre que en sus brazos había muerto años atrás, otras eran pequeñas formas que tenían su rostro de cuando era niño,
percibió sus temores al estar solo, al sentir que no era merecedor del amor de nadie y que tenía que esforzarse por ganar cualquier asomo de ternura y comprensión a su sentimiento de debilidad y su máscara de fuerte hermano mayor que apoyaba en todo a su madre cuando su padre viajaba por motivos de trabajo.

Sintió a su lado la presencia de su fiel perro cuando lo acompañaba por los campos de su provinciana Morelia y de la seguridad de ser por él protegido en su paseo campestre en aquellas
tardes cuando entre las montañas la luna salía para llamarle desde su platinado rostro frío pero romántico que desde siempre le inspiró poemas y frases de amor a Dios en un principio y a la mujer amada cuando la tuvo a su lado. Así se acercaron a su paso las figuras de amigos perdidos y de manos que anhelantes le pedían ayuda a sus materiales necesidades, esas manos enclenques y taciturnas que hacían una valla por donde él ahora ya casi a oscuras pasaba caminando.

La soledad del momento era más interna que externa, esas fantasmagóricas figuras cercanas le hacían sentir la compañía de seres humanos y lugares que con ellos en sus recuerdos venían. La oscuridad se hizo total pero una platinada luminosidad sin fuente segura le permitían seguir caminando, ¿hacia dónde? No lo sabía, pero aunque sus pies mostraban cansancio, el deseo o más bien la necesidad de seguir adelante era más fuerte, así medio a tientas y volteando hacia todos lados, descubriendo lo que el panorama le presentaba, siguió andando.

De pronto empezó a escuchar unos sonidos metálicos y vibrantes, como pequeñas campanadas de febril sonido, casi musicales, al paso de ellas unas flautas acompasaban los toques repetidos de diversas intensidades de las campanillas, fue reconociendo un conocido villancico y en su mente la letra de el canto navideño empezó a hacerse música, poco a poco pareció más claro y hacia el sitio de donde venía se dirigió, así tras un rato de caminar con paso inseguro pero anhelante, una luz en el bosque se hizo más fuerte, era una pequeña cabaña, de su interior una luz blanca con tonos anaranjados salía de las ventanas abiertas y de la puerta que abierta
también parecía invitarlo a entrar.

El frío desapareció y aunque adentro no divisaba ningún fuego, el calor del interior era muy confortable y acarició el rostro y su piel con suavidad de beso amoroso, dentro no había
nadie y casi nada de mobiliario, sólo una cuna que suavemente se mecía y de la que salía esa luz que todo lo llenaba, dentro de ella sólo lo que parecía una estrella reposaba en el interior, en derredor de la cuna y como tapiz de las paredes se arremolinaron todas las figuras que lo trajeron hacia esa cabaña y ahora como suave niebla giraban a su alrededor y casi podía escuchar su voz cantando el villancico con el ritmo que marcaban las campanillas que no
encontró en ninguna parte pero su sonido escuchaba más claramente.

Un largo rato quedó contemplando la estrella luminosa de la cuna y la paz entró en su corazón, se sintió amado como hace mucho lo había sentido, pero ese amor le quemaba en el interior y
sentía cómo se irradiaba de sus ojos, de su boca, de sus manos y cual rayos de ternura, cariño, ternura, amistad y amor buscaban salir de él hacia todas direcciones, su cuerpo quiso bailar y así lo hizo, empezó con unos pocos pasos y en un momento la danza se hizo frenética y alegre. En la soledad de la cabaña giraba al ritmo que de su corazón marcaba y los rayos de luz que de su cuerpo salía rompió las paredes y como un tornado de luz amorosa, en centrífugo movimiento, abrió un camino en el bosque hasta entonces cerrado por tantos árboles y más corriendo que caminando, salió de ahí llevando esa luz que en el bosque había encontrado.

Cruzó campos floridos y cumbres nevadas, pasó al lado de bellos lagos y subió una gran montaña desde donde pudo ver la lejanía, allá en la distancia estaban poblados conocidos, casas de familiares y amigos, en casi todos lados las luces navideñas y las convivencias familiares reunían a sus seres amados, unos en ricas mesas con viandas variadas y abundantes, otras en la escasez de un platillo único pero ricamente preparado, algunos hogares cobijaban a personas solitarias como él y hacia todos enfocó sus rayos de luz y oración por su bienestar y sobre todo por la paz interior de saberse amados por ese Dios que en una estrella esa noche había
llegado a él en ese bosque donde a él mismo había llenado el corazón de amor divino.

Así pasó un largo rato, en lo alto la luna brillaba y al lado su perro le acompañaba fiel como siempre, la música salía de su corazón, las estrellas le confirmaban la presencia de Dios
en el universo inmenso y su amor llenando su interior como nunca, en su soledad había encontrado a todos y en todos se había encontrado a él mismo.

Su corazón se convirtió en la cuna de esa estrella luminosa que fue su gran regalo en esa navidad y con un beso al aire la quiso compartir con todos.