Santa iba tan emocionado
a hacer su repartición
que se le han caído regalos
y no le ha prestado atención.
Cuando llegue lo emocionante
de entregar a cada niño el suyo
entrará en cuenta del faltante
pero ya no tendrá ninguno.
Yo tranquilo sin reparos
pienso en ello y me sonrío,
pues uno de esos regalos
seguro que era el mío.
Alejandro J. Díaz Valero