Cuando el tiempo perdido se ha ido,
no hay palabras que lo hagan regresar,
ni imágenes que vuelvan a hacer soñar,
ni intenciones que eliminen lo vivido.
Cuando lo perdido por siempre se ha escondido,
no hay melodía que regrese en su cantar,
ni señal que permita indicar su lugar,
ni luz que alumbre en lo oscurecido.
Cuando aquel tesoro ha huido,
y la búsqueda sólo es un sin sentido,
sólo queda añoranza, sin ruido,
con templanza y recuerdos de lo compartido.
MARTA DORESTE