Es la madrugada, gemidos de placer
cruzan la línea de la oscuridad,
Entre cuartos, embarcaciones de sal,
el horizonte despierta las gaviotas,
devora el pubis, la piel, la pasión…
Se levanta la melodía de un violín,
Aun, después del tiempo, huele a pólvora,
A combate, a carne, a expresiones extremas,
Cada cuerda, una hebra delgada de historia,
Cada nota un pedazo de libertad,
Cada silencio, huida y exilio no comprendido…
Solo importa un pedazo de tierra de vida,
Y quizás, un viaje por el cordón umbilical,
del paisaje perdido, del hombre y su habitación,
Su violín es como un vaso de agua o palabras,
un dialogo intimo, entre su alma y la música,
Propietario del silencio, de algas, de peces,
y despertar de la caleta, ciudad colgada al mar,
ráfaga de perfume a sal y pasiones vividas..
Después de echada las redes al mar,
cada nota parece, eslabón de vida,
De libertad, torrente de sangre y deseo,
De compartir, cada trozo vivo
del paisaje, mas cercano por estar ahí,
y el más lejano por estar ahí… solo ama.
Burbujas cortas de agua, piel y alma,
alma que no deja partir el silencio
la vida profunda de cada madrugada,
infinitas manos de trabajo duro ,
hay peces en la redes , hay notas en el mar,
y una playa de seres más dúctil como agua,
mas alma de arena y rocas, mas pan y vida.
Hay mucho ruido en la ciudad,
hasta el silencio es sonoro,
el alma es menos libre,
pesca artesanal, faena de estaciones del pan,
cerca de la muerte , la zozobra y la calma,
y más cerca de la vida de cada habitante.
Presencia del alma en cada nota,
Presencia de llanto y la alegría,
Y el pan que entrega el mar,
Historia que parece unida a la inmensidad,
Notas musicales en las redes y manos libre.
Vida distinta, libertad tejida en el alma,
Ciudad en vorágine, algún día escucharas,
el alma que has perdido entre el olvido
de amar, la esclavitud toma tus manos frágiles.
Pescador del violín despiertas las caracolas,
en cada madrugada de vida distinta y amada.