Se esparcen las estrofas
del réquiem maldito.
El perfume seco y amarillo,
invade al coraje y a la tenacidad.
Caer en el sueño despierto,
donde los hombres reliquias
reviven a los desamparados.
Miles de lágrimas,
de los cuervos gentiles,
que lloran desde los ojos robados.
Hembras enjauladas,
que gimen desde sus carnes.
Testimoniando la hipocresía
de sus almas turbias.
Pecados capitales,
entregados sobre una bandeja.
Donde el dolor no existe,
la satisfacción pasa desapercibida.
El jubilo de las cicatrices,
que duermen por fin.
El baile del fuego
ya no quema, pero enardece
las venas del pasado.