En la plaza de mi pueblo,
¡ahí! debajo del monte Atlas,
llegaron los turistas.
Dólares en mano,
paseando entre las tiendas
preguntaron al tendero:
“what’s the name of this?” .
El pobre quedó petrificado,
por los billetes hipnotizado;
se esforzó mucho para comprender.
De lo que le decían no entendía nada;
ya su cabeza bajaba y levantaba.
Les manifestó de firme ,
que todo es para vender.
Vestidos de hawaianos;
para él, unos marcianos,
los hombres del tiempo
le acorralaron tanto,
que quitó su turbante
y lo quiso ofrecer.
Funcionó el teléfono árabe; ¡
el móvil!
¡ el de boca en boca!
el más rápido que el rayo.
Todos los mendigos del Socco
se enteraron de la noticia:
¡que hay mucho dinero
listo para coger!
Cercados por la nube de pobres;
de chicos y de chicas;
los turistas acorralados,
hacia el autubús,
empiezan a correr.
El pobre infeliz
vio su venta perdida,
levantó la mano y con un golpe maestro,
sobre su cara enfadada,
mató a una mosca,
que lo hacía enloquecer.
Empezó a gritar
a todos aquellos que le hacían rabiar,
a sus vecinos del bazar
-¡Moscas!
¡Moscas! ¡
Sois todos moscas!