"Si lo que digo del amor no se cree/ por parecer un imposible hasta para el amor,/ o es un error del que lee/ o es un sueño del escritor".
En un edificio, en el piso cinco del mismo,
una mujer embarazada ya no puede correr,
siente que su vida está por caer a un abismo
cuando las manos del hombre que la sigue
le grita que si acaso quiere que él la castigue,
que se prepare pues él ahora lo piensa hacer.
El ascensor se abre y alguien de allí avanza,
halla la puerta de la casa de Laura abierta,
quien grita en pisos de abajo aún no se cansa
y trae a Laura a la fuerza, tomada de los brazos,
se oye cómo poco a poco se acercan los pasos,
ningún vecino sabe qué sucede a ciencia cierta.
Llegan a la casa y Miguel con violencia la empuja,
teniéndola en el piso aún le grita, mucho la ofende,
le dice que es una loca, una indecente, una bruja
y amenaza con volver a golpearla muy enfurecido,
ya nada de lo que sale de su boca tiene un sentido
y sólo desahogar su frustración es lo que pretende.
Justo al momento de levantar su brazo derecho,
una figura surge a poca distancia frente a Miguel,
un disparo certero le hacen directo a su pecho
y otro disparo más seguido en la misma dirección,
pocos segundos después Laura veía con impresión
cómo caía a sus pies el cuerpo del hombre aquel.
Su madre, Elvira sostenía el arma muy temblorosa,
madre e hija intercambiaron miradas y se abrazaron,
en una situación tan difícil como ésa, tan peligrosa,
después de escuchar aquellas palabras tan rudas,
no era ése ahora el momento para aclarar las dudas
y todas las preguntas para otro momento se dejaron.
Elvira tiene cosas en su vida que ya no puede eludir,
confesiones de su historia que ya no puede aplazar,
palabras que ha dicho que nunca ha debido decir,
un camino que tomó y que fue muy equivocado,
el alma perturbada del más inconfesable pecado
y un sueño prohibido que jamás ha debido soñar.