¡Oh! Sois la soberbia eminencia,
Aquella tan sublime, hermosa,
Magnífica y mansa la apariencia
Sin embargo la risibilidad es defectuosa.
Vuestro reino os admira con brío,
Vos que suprimes la injusticia,
¡Ser grandioso! Airada, peor que un mar bravío
Y en la opulencia, no la envenena la codicia.
Al gobernar, demostráis a veces duda,
Pues la ley es siempre aguda,
Conviene, pues, mostrarse dubitativa
Y en el fondo permanecer muy activa.
Os lo repito, eminencia, sois la cumbre
Que todos desean tocar con avidez,
Sin vos bella e inmaculada lumbre
Nos corroería la mortecina lobreguez.