Mis noches se esconden
en la ternura de nombrarte,
que recorre el horizonte
de mis sueños al pensarte.
Ven, niño... ¿me reconoces ?
pudo darte lo que buscas,
aunque de arena, mar y soles
sea el paisaje que mi alma dibuja.
Estoy amándote...
Dejé en tus pupilas mi secreto
y después de sonreírte me alejé,
porque dejarte atrás no puedo
en mí desde entonces te llevé...
y renaces en cada verso,
y apareces en cada rincón de mí,
te extraño y necesitándote te quiero
con el dolor de saberte lejos de aquí.
Empapa mis noches en vela
la melodía de ese cruel violín,
sin poder acallarla se me cuela
entre los sueños que un día construí;
y arrasa con todo a su paso
dejando mi corazón en ruinas,
ella y su violín te han enamorado
como nunca lo hará mi poesía.
Me dejas amando tus manos
que sostienen este amor en mi pecho,
arropado por el candor de tu piano
te fue tatuando en cada uno de mis sueños.
Sé que conoces el deseo difuminado
que se me derrama al verte llegar,
y merodea en mis labios callados
buscando los tuyos sin encontrarlos jamás.
Déjame acercarte un poco más...
sólo un poquito más...
al sentimiento que en caricias envuelve
una hermosa fantasía cerca del mar,
con una musa que en ti se duerme...
y te espera...
y te ama...
pero será como tú quieras...
y por eso guardaré distancia.
Porque no seré capaz de apartar
tu mirada de aquel violín,
mis versos heridos por la soledad
sentirán como te alejas de mí.
Niño, mientras más te amo...
más me dueles.
Ceci Ailín