HUIR entre cometas
me enseñó a cuestionar la realidad.
Luciérnagas de años venideros
sacuden sus alas
frente a la hazaña de la demencia.
Muchos fueron los que bramaron
ecuanimidad
al tiempo que los vendavales
de fosforescencia
punteaban el lugar idóneo
para perder los papeles
de la perplejidad.
Huir fue una opción
hasta que decidimos regresar
al melancólico punto de partida.