Como látigo cruel y permanente;
como caricia gélida en la bruma,
se mece ese recuerdo entre la espuma,
que ha de esfumarse lábil, mansamente.
Si el ansia no insistiera, recurrente,
o si viviera sin pasión alguna,
dejaría el lugar, como esa duna
que carcomen las olas lentamente.
Pero no, sigue allí, cobardemente,
asida a ese recuerdo que la abruma,
lacerada por látigos de espuma,
anhelando atraparlo…, nuevamente.
Aunque solo sea un halo que se esfuma
y yo…, vuelva a ser yo…, tremendamente...
© Edgardo Donato Díaz - "Huellas del Alma" - Editorial Dunken - 2010