Hoy quiero regalar mis ojos
a una bella y delicada mujer,
pero no a cualquiera,
quiero regalárselos a aquella
que aún entre sollozos
en ellos pueda mirarse,
que aún con mi dolor
pueda contemplar aquellos
destellos de amor que
a alguien desean iluminar,
pero que no desee ser
iluminada por vanidad
o por una vacía necesidad,
sino por sus ganas de amar;
en verdad deseo mis ojos
poder regalar a una mujer
que en ellos pueda apreciar
lo que en el fondo soy,
que mi alma sepa valorar,
poder ver el hombre que soy,
el que puedo llegar a ser;
que quiera conmigo andar
en las aguas calmadas
de la paz de la felicidad
e igualmente junto a mi
en la tempestad navegue
hasta lograrla atravesar;
que en verdad quiera
su alma con la mía juntar
por las ganas de sólo amar;
hoy, a esa mujer, mis ojos
le quiero regalar.