Un libro.
¿Por qué no te vuelves en un libro?
Sería tan fácil tenerte entonces,
siempre entre mis manos,
naciendo y muriendo cada vez.
Y tu piel serían las hojas
que mis dedos pasan lentamente,
que mis ojos escudriñan detenidos,
que mi mente desenlaza con afán.
Un libro, para estar perdiéndome
en el tiempo, sin el tiempo, sobre él;
para vivir hundido entre tus hojas
y que sea tan natural, que pueda
cerrarte simplemente, y volver a casa.
Marco Quezada