Astor Ravel

De los diarios de un tornillo

Antes que su dueño lo perdiera

Y de lo que pasó antes de toparse al vacío

 

De esas múltiples noches

En que su dueño decía animado:

“creo que es un buen momento para escribir”

Y que en realidad debió haber dicho

(De haber sido más atento)

“creo que es un buen momento para mentir”

 

En esas noches épicas con la pluma

A veces el dueño pensaba y repasaba

Por qué sucedían las cosas

Tratando de entender la causalidad del Universo

Hasta en los más ínfimos detalles

Veía que por arte de magia todo se complicaba

 

Así fue como el tornillo se fue aflojando

 

Y por ella

 

Parecía que desde un principio el tornillo y ella

No se llevarían bien juntos

 

Cada que el dueño lo apretaba mejor

Sacándose llagas de las sienes

Ella lograba que el tornillo se aflojara el doble

 

Mientras tanto él no dejaba de escribir

Y poco a poco se fueron escribiendo los diarios del tornillo

 

Pasaba horas meditando… tratando de recordar

Como fue el principio del fin

Hasta que se dio cuenta que el fin siempre había existido

Y todo lo demás sólo era un artificio del tiempo

 

Las horas gritaban en el recuerdo

Los colores corrían por todos los rincones

Y en medio de la habitación un par de tambores

A redoble levantaban las partículas del suelo

Y las dejaban suspendidas en el aire

 

Dejaron de ser habitantes del cielo o del infierno

Y se quedaron dando vueltas por el limbo de la mente

Solos

 el silencio, el tornillo y su dueño se confrontaron

Ni una palabra

Ni un movimiento

Solamente una mirada fija frente al espejo

 

 

Perdidos en un caleidoscopio con el reflejo de sus ojos

(Los de ella)

Y una navaja atravesada en su pecho

(El de él)

Pero sin sangre

En el limbo nunca ha corrido sangre

Y él hacía tanto tiempo que no sentía una gota correr por sus venas

 

Entonces llegaron los terremotos y las inundaciones

Los castillos se vinieron abajo

Y sólo una duna de arena quedo tras ellos

 

El dueño nunca regreso de aquel limbo

Y sepultado en las arenas prefirió quedarse

Mientras que el tornillo

Solo y desorientado

Vago por el resto de sus días en el mundo de los mortales

Hasta que él mismo pereció

 

Nunca  hubo guerra

Sólo una catástrofe de la naturaleza

Un curso irredento por el que pasan los sueños

 

Lo único que quedo tras de sí

Fueron todos esos globos que se han escapado de las muñecas de los niños

Suspendidos en un páramo en el medio de Ningunlugar