Muse

Oda a la felicidad

La felicidad se me antoja

un olor a muerto,

o un sereno atrapado entre dos portales,

una dicha sin ganas de levantarse,

o una esperanza sin más que esperar.

La felicidad se me antoja

como un veneno de sal en la piel,

jugoso, pero veneno al fin, y un picor

de duelo por algo perdido,

de despedida a las puertas del dolor,

una lágrima con tintes de desdicha

y dulces sonrisas sin función.

La felicidad se me antoja

como una desconocida cualquiera,

que podría ser hermosa, quizás,

o rebelde y maldita, o adorable

o mentirosa o una niña indómita,

¿quién sabe que es la felicidad?

Y ¿por qué todos la perseguimos y la huimos?