La pobre Guillermina
llora sin consuelo
pues perdió su pollina
al crecerle el pelo.
Su amigo Cleopatro
sus tijeras afila
y de un tijeretazo
le sacó la pollina.
Al final del cuento
ella ríe divina,
porque tiene de nuevo,
su bonita pollina.
Alejandro J. Díaz Valero