QUERENDONES.
A la mujer de ávidas profundidades... pura ambrosías.
Mansos retoños se inflaman, impacientes,
amasamos concupiscencias subterráneas, enjuagas
rubores cavernosas exquisitos, ocultas,
ilapsos codiciados por el infierno, descubres,
antros sojuzgados por sus poses, ofreces,
sahumar el cielo en tus goces, hueles,
oscuras vesanias de una plegaria, manas,
ludibrios de una escena catedral, estrujas,
estocadas de fogoso vientre, concedes,
derretir mis últimos residuos, exhumas,
avaricias extrañas despellejadas, garbosa,
develas una sonrisa furiosa, de lleno cántaro...
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apología cavernosa
aún se prende en mi memoria...
Víctor Abel Niquinga Ruiz.
2001 – VII – 29 02:00