En la criba en que se cuela la existencia,
se procesa cada instante de la vida,
se tamiza el valor de la experiencia,
cada acto, cada huella, cada herida…
En sus filtros se separa la conciencia,
de nublados o tormenta dolorida,
de rencores minadores de paciencia,
de volátil condición descolorida.
Se le extrae el sentido a la vivencia,
aprendiendo abiertamente de la vida,
sin dejarse ganar por la apariencia,
lo frugal es decantado en la salida.
A su paso depura la inteligencia;
enaltece su condición de adquirida,
abrazando a quién esté en su presencia,
pues vivir es experiencia compartida...