Yo amo, un nombre,
con el corazón, con la cabeza
Y en el vientre de mi alma
llevo, para él, una estrella.
Yo siento sus ojos
cansados de la impotencia
de tantos “lunes al sol”
que a su verdad ciega.
Yo perdono su sombra
porque entiendo su pena
Y lo quiero con la luna
en mis noches frías de espera.
Yo no busco más fuego,
ni me acerco a otra hoguera;
me quedo tierna y fragante
en el puerto, por si llega…
Yo sueño sus manos
perfumadas de violeta
Y nado en el vacio
de estos mares de arenas.
Yo no encuentro su tumba
ni en el olvido, ni en la ribera
donde suspiro por sus besos
que eran corriente de agua fresca.
Yo, para él, soy invisible.
El, para mí, es la yerba
Y mi mirada abarca
su nombre: mi poeta.
Yo, en fín,soy nada…
sólo,un rumor que se eleva
Y me mezclo en los imperios
creando versos con su huella.
Yo amo un nombre
entre las hojas secas
donde derramo lagrimas
que se bebe la tierra.
Antonia Ceada Acevedo