En el fondo azul profundo
de una alberca infinita,
en un submarino mundo
de soledades fecundo,
guardé mis penas malditas.
En un cráter vaporoso
y entre lodos hirvientes,
de aquel volcán fogoso
que rezuma lava ardiente
lancé mi mal tenebroso.
En la selva monumental,
inmensa, cruel y salvaje;
tan venenosa y fatal,
fuente de negros brebajes,
dejé mi dolor infernal.
Y vuelven las negras penas
nadando vivas, triunfantes.
Ya me esperan en la arena
como novias anhelantes,
y otra vez mi alma llenan.
Y vuelve el mal victorioso
bañado en roca,más fuerte.
Me espera al pie del coloso,
domina otra vez gozoso
a mi corazón ya inerte.
Y surge el dolor más brioso,
más cruel, más venenoso,
de aquella negra espesura,
colmando de amargura
este cuerpo quejumbroso.
Males, penas y dolores
que me envuelven y envenenan,
como tres malditas flores:
ni se ahogan ni se queman,
ni se esfuman en vapores.