Yo que prometí amor
porque sentía no tenerlo,
de que fallaban en mí,
destruían mi alma
y además de difícil olvido,
eran tediosos recuerdos,
martirizantes memorias,
la vil dolencia… de un karma.
Yo que prometí amor;
antes, lo necesitaba,
se me hacía imprescindible,
era el corazón de mi vida,
la existencia viva, su plusvalía
fue la extensión de mi peregrinaje,
sostén en mis caídas,
de mis venas, toda sangre.
Yo que prometí amor,
ya, ni siquiera me hace falta;
juego con ellos como quiero,
doy palabra de futuro
y creen en mi con tal confianza
que entregan cuerpo en su prueba
de que su interior no falla.
Yo que prometí amor,
me siento indestructible,
gobierno los elementos,
las mentes, los corazones,
soy estratega en traiciones,
juego con los sentimientos.
Uno aquí, otro allá,
soy plenipotenciario;
absolutamente nada me controla,
encanto con mis palabras, mis Poemas,
convenzo con mi inteligencia;
carezco de alma, de corazón,
de sentimientos y soy Poeta
para enamorar y convencer
jurando amor eterno y con vehemencia.
Pero… Yo que prometí amor,
ciego, no veo promiscuidad,
voy de amor en amor a mis años,
no visualizo nada serio;
sigo con mis engaños a quienes
se ahogan en la soledad,
agonizan en el silencio,
son penumbra de la oscuridad
y creen en esperanzas
lejanas que quizás no alcanzarán
ni en milenios.
Y yo que prometí amor,
que engañé y aún engaño
para aprovecharme de placeres;
sé que no voy a morir
rodeado de miradas apreciables;
pues no actué con buen criterio.
Y sé que protagonizaré
la más triste entrada a una iglesia,
si es que me reconocen,
y de allí, la más doliente escena
de una corta despedida… en el cementerio…
Alviz Neleb
Enero 04 de 2011
9:55 a.m. - Miércoles