Qué altas son las sombras y qué frágil es la vida
en las pupilas de mis ojos de mí burlándose
por las llamas infernales de la puerta que grita
y me elogia con insultos pisoteándome
la mente que vendí por dientes y sangre que no es mía.
Derrítete, entrégate al mundo salpicándome
tu ser para que te escupa y sea tu amiga
lamiendo el suelo siempre gentil apoyándome
cuando caigo o quiero sentir la risa
de mi madre hecha de pecados suicidándose
cada día recordando que soy una mentira
que mis labios mancillados dicen masturbándose.