¿Por qué?
¿Por qué encuentro pesada mi lengua?
¿Por qué?
¿Por qué me aliviano y floto?
¿Por qué?
¿Por qué la soledad me persigue como a un fugitivo?
¿Por qué?
Porque es tu voz
quien adormece a la mía para que
mis oídos puedan degustar de la tuya
al frente de tu faz.
Porque es tu mirar
que me lleva a un mundo sin gravedad
el cual mi cuerpo desea navegar
sin mapa o dirección.
Porque es tu ser
quien me roba las emociones y
me las devuelve cuando está cerca,
que es casi nunca y casi siempre.
Porque todo se responde
con las ocho letras de tu nombre,
que viene y va,
como la noche y la mañana,
como la lluvia y el viento,
como los latidos de mi corazón
en este sublime momento
que ruego dure más que los
relojes que marcan los años
del viejo del tiempo...