Aquel viejo roble, erguido aun está,
Sin hacer jamás, una reverencia se quedo,
Vino el fuego engañador, la vida le quito,
El tiempo lo fue secando,
Hasta convertirlo en lo que es hoy,
Solo un roble muerto, sin vida ni verdor.
A la intemperie, siempre al sol,
Su corteza blanquecida, se volvió,
A lo lejos, parece un fantasma,
Que denota melancolías a la vez,
Ya sin vida, en la soledad,
Ni siquiera en sus ramas, anida algun gorrión.
Sus brazos ya sin fuerzas,
Indican al cielo, suplicante desolación,
Oh! Roble, tus años acabaron,
Y aunque muerto estas,
Jamás te rindes, quizás por orgullo,
Ese que corre por tus venas sin cesar.
Escucha, aun resuena, el eco de mi voz,
y recuerda, cuanto te he querido yo,
Aunque te vea desde lejos,
Aun siento, las nostalgias de tu corazón,
Ya no puedo ayudarte, pues el destino se encargo,
De secar tus largas ramas, esas, que más de una vez,
Mecieron mi corazón...