Morir en el crepúsculo
Para renacer en el alba
¡Tenía la convicción!
Que la que tanto lo llamaba, no era sólo una amiga,
Vivía abrumada, la tribulación en su efigie irradiaba
Intuía que su amado la engañaba
El espectro de la incertidumbre, deambulaba en su hogar
Avivada por la egolatría, se reunió con su rival
Incesantes agravios, se escuchaban por el lugar
Menguó la luna, al ver tal adversidad,
¡Triste voceó! ¿Cuándo van a parar?
La querella acabó pero la duda persistió,
Sola en un banco se sentó, y a las estrellas contempló
En medio de la ambigüedad, a un filósofo evocó
Y su frase más celebre la inquietó ¡El fin justifica los medios!.....
Vislumbrada con la frase, una táctica de guerra ideó,
En vísperas de epifanía a su mundo virtual entró,
Y de la verdad se enteró
Su amado no era solo un amigo, era el amante efímero de su rival,
Siendo su enamorado, bebió el cáliz de su virginidad
Atónita quedó, su oxigeno perdió,
Diez lágrimas derramó, al cielo preguntó
¿Por qué me traicionó? ¿Acaso no era su más bella flor?
¡Su gran loco y dulce amor!
Al verlo lo agredió, Su llanto no la conmovió,
Su retórica no escuchó, ella su lengua enmudeció
Un silencio atronador la envolvió, de él se alejó.
En un instante su brújula perdió el horizonte,
La noche su irisación, y en el letargo de tu ausencia,
Imploraba a Morfeo despertar en tu presencia
Enredada entre tus brazos, acariciada por tus labios carmesí
Calada por el efluvio lascivo de tu piel
Taciturna entre el amor y el olvido,
Entre el recuerdo y el frio
En la ergástula de su soledad, una bella noche estrellada,
La brisa de otoño besó su corazón,
Y su aura despertó bajo la luna plateada
Erguida como lirio, vestida de poesía,
Empapada en fantasía y frenesí
¡Fatídicamente!
Su talante gélido e inexpresivo desapareció
En sus ojos centelleaba la esperanza de un nuevo atardecer
Aquel corazón que batalló solitario,
Que ardió en llamas, se alzaba triunfante entre el légamo
Resurgía entre las cenizas, aunque lleno de heridas,
Le dió fin al crepúsculo de una existencia.
El paso de los días, agotó la ofensa,
Por amor perdonó y olvidó
Se hastió del ardid,
Del ímpetu que producía la evocación de aquel sin sabor
Dejó de ser una mujer defraudada,
A ser una mujer bendecida
Cada lágrima derramada, remozó su espíritu
Los días grises del otoño se esfumaron,
A sus ojos regresó la primavera,
Al cambiar el cruel desengaño por la fiel confianza
El diáfano cielo vislumbró con su arcoíris,
Las flores renovaron su verdor
Y aquella luz de astral acetileno que su cuerpo envolvió,
En su corazón anidó
Ahora ella duerme no para descansar, duerme para soñar
Tú la piel de mi tacto, Yo el tacto en tu piel…..
“No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas”. Paulo Coelho..