Tengo el recuerdo del árbol
por cierto, un mante,
el mejor recuerdo de la infancia
que me arrastra hacia arriba,
con un miedo luminoso, el vértigo
tanto a la vida como a la muerte,
Y el libro, de esos condensados
hasta eso, corto y sustancioso
como un pájaro acariciado,
lo abrazo y lo devoro, el libro…
Mi infancia y el perfume del mante,
maduro, frutilla espesa,
me llena la boca de flores
amarillas,
Aprendo a vivir de las memorias,
Acaso envejezco sin ese árbol, sin ese libro…