Al eco de lo solitario se escuchan
En caminos de candil sombrío
Tus palabras de desprecio rebosantes
Y florecen y quedan y se esculpen
En mi alma petrificada, como el rio
Que pasa y desgarra la roca palpitante.
Y nacen también, ríos de aguas carmesí,
En tierras de blanca y sutil pureza,
Desbordándose con irrevocable frenesí,
Humedeciendo la tierra solo
Colorándola toda de cruel tristeza.
Humedad que arde en rojas llamas,
Circunda mi halo de jade penumbroso
Al oírte pronunciar las exactas palabras,
Para hacerme llorar mi amor todo.
Ríos que se abren y cierran,
De dolorosos amores
Y de amorosos dolores,
Que inundan y desgarran
Que se desbordan y matan.