Llueve lo sé,
siento como el riachuelo
gélido recorre por las venas.
Por fuera mis pies cuarteados cual desierto
Marchitan el andar ciego.
Creo vivir…
Y la sed mitigo del llanto interno,
y gozo, si gozo
del capricho de unir sangre de ese andar,
cuando la piel
confunde tierra y costra púrpura.
Ni entiende la simbiosis del festín
de color y oscuridad,
saciedad y hambre
de mi frío y tu calor.
Es mi piel, sólo eso,
no siente, no respira
no alumbra.
Mañana le vestiré con el mejor traje
lleno de luz y color.
Le confundiré con un canto
sonoro que sale de aquí…
Que transforme ese espacio en un encuentro
de piel y latido