luz escondida
que se escapa cuando ríes.
Misterio rumoroso de tus pasos
levantados sobre el agua
entre oleaje de destellos.
¡SILENCIO!
Una vez,
percibo reflejos de luna
en la voz que no se escucha.
Alumbras de susurros
lo que dices sin decirlo.
Otra vez,
suena extraña música
de blancos arroyos
rodando en vertientes
de verdinegros rumores.
DE NUEVO, SILENCIO.
Eres el conticinio
recogido en su secreto,
el eco de las grutas
oculta formas lejanas
sembradas en hornacinas de fuego.
Porque cuando cae el velo de tu rostro
el asombro se hace montaña,
brillo de luciérnagas
en la explanada del mundo.
Y se mueve el rosal,
y amanecen los pétalos.
“LA ROSA ES SIN POR QUÉ...”