Hoy arden tus palabras como fuego olímpico en el éter
y tus rostros desde lejos alumbran mis segundos:
la ternura delicada de la sonrisa al descuido
la picardía figurada en la dulzura de tus ojos
la mirada profunda y de acero fundido en el deshielo
la sonrisa delicada de las flores que pernoctan
el gesto atrevido y sutil del deseo sacudido de tu boca
el cuello cadencioso como cisne erguido en desafío
las líneas dulces de tus cejas dibujadas con inciensos;
eres tus palabras, tus rostros, tu voz y tus risas
pero serás ya muy pronto la brisa que me sostenga
el rostro que me mire a los ojos, la sonrisa que palpe
los labios de canela que tienten a mi cordura
el susurro al oído de mi nombre vuelto música en tu lengua
serás la fragancia delicada que me envuelva sin misterios
porque serás en muy poco tiempo no más mi ángel lejano.