No he visto al viento despertar
tal vez ya este viejo y cansado
tal vez la hora de sus sueños haya terminado
igual que mi agotado corazón.
No he oido al viento sollozar
ni siquiera un llanto de brisa
como cuando ambulaba sin parar de hablar
detrás de la estera y la cornisa.
No he visto la noche de otro color
entre la socava indulgencia de sus actos
calla repentina la mentira
los ojos yertos de la gloria que se esconde
y se escucha detrás del mundo que avecina
allí mismo se vierte la ausencia
más que el infesto encierro que sostienen
mis manos/mi boca/mi clemencia
por ver furtivo el día que hoy muere
a espera de la vida que se extiende
camelando en la lejanía
no puede ser otra su renuncia
devolver el atavío de la noche
y la voz que deambula escondida.