Cien casas blancas, caminos de pizarra,
Los estercoleros, el viento y la mina,
Hierro en las miradas,
El cerro se hunde bajo el ciego sol.
Por los campos de almendros,
Arena en la brisa, sabor a retamas,
Y saltando entre el rastrojo,
Totovías ruidosas y saltamontes sin voz.
Sueña el horizonte con el mar turquesa
Y Tabernas recrea fantasmas del olvido:
Silencio en el camino por la casa de las monjas,
Hacia la Cooperativa, en busca del pan.
La tarde se pasa lenta en aquel corral,
Hablan las gallinas con el perro chato,
Al cerezo le lamen sus frutas las moscas,
Y los higos secos huelen a turrón.
Un tren a lo lejos, silva una sirena,
Canciones de la mina al atardecer,
Ya están los botijos sobre las terrazas,
Aromas de sanpedros, de geranio y laurel.
Gritos de vencejos allá en el ocaso,
Zureo de palomas y vuelos de murciélagos
Ya corren los niños hacia las farolas
Ya se oculta sol hacia la Tizná.