Las estrellas nos regalan sus lágrimas de fuego
al romper nosotros el orden del espacio cruel,
al hacerle gritar y mancillar el silencio,
llevando el universo con nosotros en la piel.
Almas atormentadas,
nos persigue el cielo, el infierno y el purgatorio,
las almas castigadas
claman por volver entre cadenas, hiel y lloros
que encuentran la nada,
y caen los rayos de muerte, uno detrás de otro.
El polvo que ahora les cubre
dibuja en ellos la imagen del demonio,
pregunta por qué su inocencia huye,
la respuesta se halla en su rostro,
arriba el exorcista asiente y las galaxias rugen.