mal te perdonarán a ti las horas,
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.
Don Luis de Góngora y Argote*
Este azoro de sombra y esta urgencia
saben a densidad; otro reinicio,
casilla de salida; un precipicio
inesperado inflama mi existencia,
y me es como un ardor esta dolencia.
Partir es una espina, un suplicio
el curvo y afilado beneficio
del único transporte hacia la ausencia.
Puntos, quizás, distantes y disjuntos
libados en la sórdida libido
del luto, lo sombrío, lo violado.
Ya muerte, no detengas más, que juntos,
lisiados viajaremos del olvido,
al foso de las horas, y el pasado.
Efraín de Noriega y Marco Quezada.
*Soneto, De la brevedad engañosa de la vida, 1623