Llevaba tanto tiempo sin verla…que parecía que se borraba su imagen de mi memoria... ¡Joder! Con lo que yo la amo, como puede ser, que la memoria falle de esa forma tan cruel.
Miraba atreves de mi mente y veía su bella cara difuminada, como en un espejo arañado por el tiempo. ¿Pero cómo, era posible, que esto me estuviera pasándome a mí? Precisamente…a mí. Yo que siempre había presumido de tener buena memoria, ¿cómo puede ser que el tiempo...valla borrando nuestros mejores recuerdos? Que crueldad más grande ¡Dios mio!
Precisa mente estaba yo en estos pensamientos cuando sonó el timbre de mi puerta. ¿Quién sería a estas horas? De la noche me pregunte sorprendido, y me dirigí a la puerta para averiguar quién era.
Abrí la puerta y cuál sería mi sorpresa cuando vi sus ojos grises y una enorme sonrisa de oreja a oreja, qué aun la hacía más bella y sensual, las piernas me temblaban de emoción era ella sí, sí, era ella tan bella y elegante como la recordaba incluso en mi borrosa me memoria.
Hola, me dijo, con sus ojos llenos de alegría.
Hola, conteste balbuceando, pues no sabía que decir con mi asombro, pues esperaba todo menos a ella que por su trabajo se encontraba muy lejos.
Ella se abalanzo a mi cuello y sus sensuales y cálidos labios se posaron en los míos mientras me decía, -Te he sorprendido mi amor ¿no me esperabas Vedad?
No, no, pero te estaba pensando mi cielo, siempre te pienso, noche y día, tu eres mi única razon de vivir.
Te amo como jamás ame a nadie ni nunca amare a otra como a ti. Tú eres única, para mí no existe nadie más en este mundo como tu cariño mio.
Cerramos la puerta y una vez dentro ya fui reaccionando mientras su boca me comía a besos.
Cuantas ganas tenia de verte querido, estaba loca de ansiedad por estar entre tus brazos, apriétame fuerte que quiero sentirte muy pegado a mi piel, me ducho y enseguida seré tuya, lo estoy deseando. Me decía entre caricias y besos.
De acuerdo mi amor, te traigo una toalla limpia enseguida.
Cuando volví con la toalla, ya estaba total mente desnuda, entonces mis brazos la rodearon por detrás y mi boca comenzó a mordisquear su cuello y detrás de sus orejitas que estaban libres pues su pelo lo peinaba con un gracioso moñito.
No, no, no, espera que quiero bañarme primero me dijo entre susurros.
Mi miembro se había puesto erecto como la espada de vikingos, presta para hincarse en aquellas rosadas carnes que tanto deseaba, pero me detuve y espere el preciso momento a que ella estuviera dispuesta.
No tardo mucho aunque a mí me pareció una eternidad hasta que apareció por la puerta del baño con la bata trasparente que hizo que mi excitación aumentara el 200 x 100.
Me levante del sillón y avance hasta ella como un resorte, mis manos comenzaron a cachearle como el policía de aeropuerto cuando descubre una modelo sospechosa.
Su bata se abrió y sus pechos duros como melones verdes se clavaron en mi pecho como si quisieran entrar en mi corazón.
mi amada al sentir la dureza de mi miembro, sus canes se estremecieron y su volcán comenzó a soltar lava que fue inundando mis ansias y mis ganas de hacerla mía y yo suyo.
Nuestros pasos como los de bailarines al son de nuestros jadeos, danzaban hacia la cama que estaba muy cerquita. Y, allí. En esa cama, donde tantas noches había dormido con mi soledad, allí en esa cama, soltamos nuestras fantasías Y dejamos que nuestros cuerpos jugaran los juegos más prohibidos, que el amor y el deseo…puedan inventar.
Se convirtieron en juegos tan, tan, prohibidos que me da vergüenza de contároslo…¡¡¡Qué fuerte!!!
Autor: Joaquin Méndez.
Reservados los derechos de autor.
08/01/2012.