Aprieta la lentitud del abismo el colmillo regentado
por los diablos. Siento ojo por ojo en un mismo signo
ahora que el ocaso vocifera vulgaridades.
Mi veraz testimonio se convierte en muerte
después de un recuerdo cotidiano. No delimité
el sonido de las campanas y ahora sufro el anonimato.
Sólo fue…, y siempre es comprensible adivinar
el fin de los tiempos cuando la ira se acerca a la Tierra
y nuestros nombres ya no vale nada.