nelida anderson parini

FANTASMAS...

Cual presa acorralada en cruenta cacería,

su vida acostumbrada a la misma rutina.

En la nueva jornada se consume otro día,

entre platos y ollas, en la antigua cocina.

 

El llanto baña el rostro de humedad salina,

las ánforas del alma drenando escorrentía.

Caudal de dolor sordo, que a soledad confina,

desatando esa pena, que en su ser escondía.

 

Un cortejo de espectros a su diestra desfila,

son recuerdos extintos regresando a su vida,

Con su paso sonoro y  la mirada intranquila

van llorando entre coros la alegría perdida.

 

Ese cántico fúnebre es su himno de vida,

el que enluta el presente y su dicha aniquila,

quien destruye sus sueños y sangra su herida,

el que azota su mente y su paz invalida.

 

De repente un espectro se salió de la fila,

es de grácil aspecto y mirada encendida,

con su voz armoniosa, fortaleza destila,

juventud olvidada, con los años perdida.

 

Va rodeando la mesa con audaz osadía,

perfumando el ambiente de ilusiones dormidas,

invocando del tiempo redimir lozanía,

exhumar los lamentos, aliviar las heridas.

 

A su lado se acerca con febril rebeldía,

le acaricia el cabello, enjuga sus mejillas.

Fundiéndose en sus ojos le hace compañía,

dejando que sus sueños despidan pesadillas.

 

Aquella noche oscura que consumió su vida,

hoy reluce en estrellas hasta aclarar en día.

Las ánforas del alma rebosan de alegría,

el olvidar las culpas, dejó sanar la herida.