Mar Maria

RAMITA DE OLIVO

Amarrado quedó aquel beso,

convertido en camino de blanco oro,

riqueza forjada con el yunque de esta alma

que se despierta cada noche a destiempo,

y no culpa al tiempo,

lo mece y lo cuida con mimo,

lame sus heridas que son también las mías,

que tantas veces y cada tanto

llevamos adheridas consigo.

 

Y entre tanto avanza este amor

perseguido por la fuerza de cien aurigas,

si por un hambriento beso tu alma se liberara,

penetra pues libre en mi boca

poderoso abismo de cultivo

ramita de olivo me traigas.

 

Y siendo invencible este transido dolor,

que aunque para algunos 

entre sus fantasmas habite,

miente quien lo nombra y no siente

por esta furiosa sustancia que alimenta

hasta el más gélido vientre.