Sofocados sonidos de la noche
en un espacio denso,
impenetrable a la mirada fugaz que se abre a los umbrales,
sobre los que cae la noche de rimados susurros,
de persistentes fonemas apagados por la distancia,
de cantos imaginados en la pulsión erótica
en el más puro y natural estado pagano,
con toda la carga de melancolía
del más triste presentimiento,
mientras se cuidan los afectos.
Minuciosa sensualidad encendida,
en contraste con el orden de una geometría poetizada
por la ausencia de simetría, imitada por la falsa sombra,
reflejada sobre la realidad tangible de una idea corporeizada.
Extraña quietud de solitarias figuras,
como absortas en vigilia ensoñada.
Aséptico interior,
iluminado por una restellante claridad,
en el dominio de las inexplicables ausencias
que disuelve la gravedad pesante del espacio,
entre gérmenes de creación
y una ensoñación que susurra versos.