En un final de tarde, frio de diciembre, te conocí, hirviendo por dentro, porque iba a tenerte frente a mí, después de tantos meses hablando por internet y por la cámara, pensando como serias en realidad.
En la pequeña cafetería, me he sentado a una mesa, mirando la entrada a ver si te reconocía y así fue, supe que eras tú, aun no habías entrado. Tomamos un café con leche y una tostada, de reojo te examinaba y tú hacías lo mismo.
Hice un esfuerzo tremendo para no mostrar mí nervosismo, media hora no más y salimos, me acompañaste hasta el taxi, nos saludamos, con formalidad y me fui para casa.
Después de cenar, me llamaste por el skype hablamos con normalidad, nada comentamos, del encuentro.
Solo dijiste que mí apariencia era mejor al natural, agradecí y pasado un tiempo nos despedimos.
Así fue, como ha empezado, sin saber cómo ni porque, mí cariño hacia ti.
Creció una ligación tan fuerte entre nosotros que no tiene tamaño, que nadie va a romper, al revés, cuanto más nos molesten, más fuerte queda.
Sin pensar, cada día teníamos más necesidad de hablar por teléfono o un simple mensaje, estaba pendiente de su sonido, puse una música suave en el móvil, saltaba mí corazon cuando la oía, así a pasado año y medio, siempre fui muy atenta, buscaba algo que me dijera que no eras sincero, que no me amabas, exhausta, de tanta vigilia, me he dado por vencida, era imposible, fingir, tanto, hice experimentos, en suma de todo eché la mano, para te conocer a fondo.
Hoy, se que eres así, bueno, sencillo, todo está bien para ti, siempre listo para me hacer feliz, haces sacrificios, vienes a recogerme para salirnos a tomar un café o cenar, después de un día de trabajo, haces un montón de kilómetros. Pero cuando llego junto a ti y veo tu sonrisa, tu alegría y tu voluntad de estar junto a mí, tengo vergüenza de haber pensado que no eras sincero.
Puedo decir que ese final de tarde, fue el principio de mis días, que tanta felicidad me dan.
Envidia, provocamos, no entienden algunos cómo puede haber tanta diferencia de edad entre nosotros y no tener timidez, que nos miren.
Hicimos un mundo real, en un ordenador frio y que es irreal, solo una maquina.
Somos como las flores que nascen en piedras en los montes, somos como un desierto que bajo la arena tiene vida.
Somos algo que vagamos sin vivir durante años y que explotó en sentimientos, en un final de tarde.
Es una dadiva del cielo, una fortuna, sin dinero, una bendición sin, esperar.
Tú eres mi vida, yo soy y deseo ser la tuya. Deseo que seamos solo dos, en una sola.
Tenía que contar, que el mundo supiera, como nos conocimos, que mismo a donde hay peligros hay cosas buenas.