La noche camina sobre su propia luna, se cubre con las sombras del reflejo, hechas de tiza oscura. Y tù, inmòvil bajo un dìa sin sol que ahoga tu alma.
Ante el nacimiento de un resplandor en el cielo y la muerte de una tiniebla en el aire..., los ancianos ya no muren, lloran y sumergen sus cuerpos en sus propias làgrimas, rehacièndose en las risas de un niño.
¡Eso deberìamos hacer, aquèllos que vemos al tiempo huir de nosotros!
Abracemos a nuestra mente con el amor de nuestro corazòn. El miedo es agua-carbón que hemos bebido mientras la confusión nos toma por sorpresa.
La naturaleza de quienes somos, con un beso de alegrìa y una caricia de pasiòn regresa a su cuerpo vacìo.
Es hora de que los pensamientos cubiertos de ideas falsas sean inmaculados con la pureza del canto universal, que la esencia vital de nuestra existencia se desprenda del hedor de la cruel soledad.
Nacimos ciegos para el mundo. Volveremos a ser paridos con los ojos sobre nuestros pechos, y asì, ser guiados por los latidos de una nueva conciencia...
Y volveremos a morir, una y otra vez, sufriendo una metamorfosis física y mental hasta que nuestro nacimiento sea por un momento, eterno.