A
Eran las lluvias de enero
y pasaron a las de marzo.
Y todo fue perfecto.
Tus ojos huidizos,
mi mirada naciente;
los mendigos en las calles,
los desahuciados en los hospitales,
y la loca de las palomas en la plaza:
la escena de ensueño,
con la que imaginan los cineastas y cinéfilos.
El cliché de que “nada sucede, excepto
que un mundo llega a su fin
y otro se inicia”.
B
Las palabras en el orfanato,
entre la luna –la de encima de mi terraza–
y tus labios frenéticos en el olvido.
Solo paredes para mi encierro,
tú atreviéndote a romper la cuarta pared de Brecht.
Y es que desde este vértice
todo se ve diferente.
Son mis ojos huidizos,
tu mirada naciente.