Antonia Ceada Acevedo

La avenida de las seis de la mañana

Un silencio mordaz hiere los oídos

por la avenida de las seis de la mañana:

aun, las hojas secas, huérfanas,

son arrastradas a ningún lugar por el aire.

El frio húmedo de la madrugada

se clava en mis huesos

como  compañero de camino.

Y la luna…ay,la luna se desparrama

en mi cuerpo para abrazarme el alma;

mi  alma viuda, mi alma futura

que sabe de ella y de todo lo que ama.

Las farolas, contadoras de mis pasos,

me insertan a la pujanza   de la luz;

a  nuevos proyectos…

Y la vida y yo somos una sola carne.

Los naranjos, arrogantes, soñando

con la llegada de la rosada  loa…

Todo sigue su destino; su estar.

Las calles vacías de la ciudad

Indican que se dormita entre anhelos.

La oscuridad resuelve, la oscuridad llora,

Y llora en almohadas de enredaderas

y resuelve entre proverbios  infecundos,

Estériles en este enero.

Por la avenida de las seis de la mañana

hay tanto que ver…y nadie ve nada…

 

Antonia Ceada Acevedo