Dolor y placer, arco y flecha concedidos
para internarse seguro en los bosques neurales.
Piedra y honda primitivos,
para recorrer el melindroso atajo
que bordea enteramente montañas, mares corporales.
Arco y flecha en los que de verdad
han de pulsarse los principios de la fuerza,
con los que se remontan las entrañas,
derribando el corzo de la debilidad,
y suprimiendo la piel de todo cuanto engaña.
Piedra y honda con las que se tumban del cielo sensaciones,
con las que se ganan una y mil batallas.
Arquero, cazador de corazones
da en el blanco,
vuelve a intentarlo, no te vayas.
Que de nada sirve un corazón cerrado,
sin saltos, sin emociones.
Que es la herida la que arde,
y la pasión cuanto enciende en llamas.