A la que vos sabéis
de una tarde sin dormir que la pensé
IV
Sabor como ni uno en el mundo
de fruta carnosa y rosada,
oasis, translúcido insumo
rodeado por casas de nácar,
portal a un espacio profundo
que busca la vida y la atrapa;
el agua a mi sed vuelta en humo
y lecho termal de otra espalda,
tormento de dios para el uno
y fuente bendita en la nada;
¡hay vida en tu boca!, ¡lo juro!,
y el cielo me enhila una trampa,
hay vida en tu boca y la ayuno,
¡hay vida! y no puedo tomarla.
Marco Quezada