Hallar tierra en mar infinito, en el presagio de la felicidad, en la eternidad de la vida.
Es el sueño que se sueña cuando el aire penetra simétricamente una razón desmotivada.
Es la competencia individual de delicias regaladas al tiempo, al árbol de las letras.
Espejo nocturno, la vida cuando comienza, contorno dulce y estrella en la mañana; hoja seca.
Te regalo de mi, de mi voz, de mi palabra, de mi vida. Por que aún si no es mucha, es tierra, y la tierra es del mundo que es nuestro de un soplo, de un segundo, del alma misma que emerge sobre el tiempo que nos queda, que nos sobra, que vivimos...
¡que es nuestro!
Martín Herrera