Amor, estoy escribiendote aquí sentado en nuestro banco,
este del parque de Maria Luisa, en le glorieta de Bécquer,
donde tuvimos nuestra primera cita y tantas emociones
y recuerdo me traen y siempre me llega a la mente el poema,
juventud divino tesoro, te vas para no volver...
La nuestra también se fue
y entre lágrimas de amor,
cada año aquí te recuerdo
con punzadas de dolor...
Son esos pequeños alfileres que hieren mi corazón ausente de ti,
alma de mi juventud, vida de mi vida que te apoderaste de mis
sueños y que con el solo roce de tus manos, estremecías cada poro
de mi piel, piel que solo se reconoció entre tus manos...
No hubo en mi vida amor,
nada mas maravilloso
que ese roce de tus manos
y tu amor en esos ojos...
Recuerdo ese éxtasis, en que las horas se convertían en
minutos, un solo beso, que convertía la tarde en noche
y la noche eterna, esperando el mañana, para poder de nuevo
mirar esos ojos, rozar tus labios y llenarme con tu sonrisa.
Eras mi luz y mi alegría,
bella como mariposa
carita de niña dulce
cuerpo de mujer hermosa.
Cada año desde que te vi en el teatro con tus hijas, me vengo a
esta glorieta a escribirte, nos separamos y tienes tu vida, no sabes
nada de mi, pero necesito sentarme aquí y recordarte, unas veces
entre lágrimas desconsoladas y otras de lágrimas de felicidad y
agradecimiento, unas por el sentimiento de perdida, aquel amor
nuestro que se quedó en el camino... otras de felicidad por el
regalo maravilloso que la vida me dio con ese amor que me
regalaste.
La realidad de un amor
que vives con ilusión
queda por siempre en el alma
no sale del corazón.
Nunca te envié las cartas que aquí te escribo, tienes tu propia vida,
pero no me privaré cada año, de proporcionarme a mi mismo este
maravilloso regalo, donde por unas horas, nuestra juventud se
ama, donde el sueño se hace realidad y poniendo mi mano sobre la
tuya, contemplamos nuestro homenaje a Becquer...
En esos sueños me pierdo
juventud divino tesoro
ya se que no volverás,
pero hazme soñar, te lo imploro.
Que soñando amores lejanos
de nuevo joven me siento
y espanto del corazón
el dolor y el sufrimiento...
Ángel Reyes