El milagro del ave que en su vuelo (halcón)
se va alejando (gorrión) con fervor del suelo,
es menor que el milagro (piado) prometido
por tus labios secretos [...ave Fénix resurge!...] en mi oído.
Previsto (insisto gorrión) fue tu rostro ya. Tu mano
me señaló el botánico verano (dar en la mano al piar),
sueños, objetos tristes (insistes gorrión, ahora tú),
inmortales, las cosas mas modestas o casuales.
¡Ah!, si yo pudiera esculpir tu estatua de halcón (gorrión).
Wilson Gargarullo,
mayo del 83.
Escrito en ciudad de Olancho, Juticalpa - Honduras, influenciado por la vegetación frondosa que me rodeaba.