Concentro mi vista en ese punto lejano
cada vez mas cercano hasta ser palma;
la abro (a mi mano) y en ella una rama
de sueños empezó a brotar como prado;
antes que se pudiese repetir con mirada
el fenómeno desplegado entre mi aura
y la simiente que me hicieron su abrazo,
no podía ser tan increíble ver esa calma
desparramada sin tiempo ni luces parcas,
libre e indescriptible por darme su mano
mientras que, a mas altura, donde nada
es sinónimo de un pasado sin palabras,
iba consagrándose el sueño en un árbol.
Así fue que de esta semilla casi ignorada
fue realidad la mujer, sueño de mi alma,
sin saber mi vida será, de ella, su canto.
Vito Angeli