Todo ha comenzado por aquella solitaria palabra
Que lamentablemente, triste y sigilosa llego a ti,
Se hundió en tu mente como en agua una piedra,
No tenia sentido, ni siquiera sugería algo de mí.
No significaba nada porque no la dije,
Más tú la tomaste, querías escucharla en el silencio,
Era sin sentido ni lógica, así, como un alebrije,
Sin acción ni oposición, me sentencio.
Desde entonces observo de noche el cielo,
Por las auroras, aves emprendiendo el vuelo,
Como con esperanza de alcanzar mi anhelo,
No pasa nada, siguen corriendo las horas.
Mis ojos a los tuyos y estos a los míos
Siguen preguntando que fue aquello,
Como esperando respuesta de mis labios
Solo desenlazo las miradas y giro mi cuello.
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